Blanca Luz Brum nació en Uruguay, en 1905 y murió en Chile en 1985. Fue una talentosa poeta que publicó varios libros y escribió encendidos artículos trabajando como periodista.

Esto sería la breve biografía de cualquier literato. Pero Blanca Luz perteneció al tipo de personas que tienen una de esas vidas que salen de lo común. Puede decirse: una vida intensa.

A los dieciséis años fue raptada de un convento por el poeta peruano Juan Parra de Riego, con el que se casó. A los veinte años tuvo un hijo y quedó viuda.

Viajó a Perú con su hijo, se acercó al comunismo a través de José Carlos Mariátegui y fundó una revista impulsando una poesía comprometida con la realidad social.

Regresó a Montevideo y escribió una sección en el diario del Partido Comunista.

Cuando tenía veinticuatro años, conoció al famoso pintor mexicano David Siqueiros, que había llegado a Uruguay. Lo siguió con su hijo a México, comenzando un apasionado romance que derivó en casamiento.

En México tuvo una activa participación cultural, relacionándose con los pintores Diego Rivera y su esposa Frida Kahlo, entre otros artistas plásticos, y con escritores y poetas comunistas.

Por su actividad militante fue presa junto con Siqueiros.

Pocos años después, en 1933, la pareja viajó a Buenos Aires, donde ocurrió un hecho muy particular, a raíz de haber conocido al magnate periodístico argentino Natalio Botana y a su esposa, la poeta anarquista Salvadora Medina Onrubia.

Botana, más interesado en la belleza de Blanca Luz que en Siqueiros, lo invitó a pintar un mural en su quinta de Don Torcuato. Siqueiros, tentado por el dinero aceptó.

Lo curioso es que el mural (se debe recordar que el muralismo mexicano tenía una poderosa raíz ideológica: llevar el arte al pueblo. Un modo de hacerlo era pintando en las paredes de las calles o en interiores muy visitados, como estaciones de trenes, subterráneos o escuelas), en este caso debía ser pintado en un sótano.

El sótano estaba sin ningún uso. Y nunca sería usado ni visitado.

Siqueiros pintó el mural llenando las paredes, techo y piso con figuras de nereidas. Figuras marinas rodean a las imágenes principales, las que tienen como repetido modelo a Blanca Luz con su cuerpo desnudo, exceptuando su cara. En la tarea lo ayudaron los pintores argentinos Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino, Enea Spilimbergo y el escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro. En el trabajo se incorporaron elementos técnicos como fotografías y proyecciones cinematográficas.

Mucho talento desperdiciado en un sótano y mucha falta de coherencia ideológica en Siqueiros y sus ayudantes, seducidos por el dinero de un magnate capitalista.

Mientras Siqueiros pintaba, Botana se acostaba con Blanca Luz.

Para Botana, el mural puede haber sido una forma de mantener entretenido al marido mientras usaba sexualmente a su mujer. O una manera de ponerle el pie encima a un comunista y llevarlo, por una buena cantidad de dinero, a la humillación.

De lo que no cabe duda es que Siqueiros, muy activo militante y hombre de la clase que arriesgan todo, tenía un exagerado amor por el dinero. Podría decirse que, por unos cuantos pesos, pateó su ideología.

Eso sí: Ejercicio plástico, como Siqueiros bautizó al mural, está considerado (después que fue redescubierto y trasladado a un ámbito más propicio: el museo de la Casa Rosada) una obra maestra del arte latinoamericano. Y es verdad que lo es.

Hasta resistió que alguno de los dueños que compraron  la quinta de Botana, después que murió en un raro accidente de auto, lo cubrieran con cal por considerarlo inmoral (demasiadas tetas a la vista) y otro propietario quisiera hacerlo desaparecer echándole ácido.

El final de la historia Botana, Blanca Luz-Siqueiros: Botana hizo echar del país, por comunista, a Siqueiros  y Blanca Luz se quedó con él como amante. La muy aguerrida Salvadora Medina Onrubia armó un escándalo tras otro.

Después de un tiempo, Botana terminó por hacerle caso, o así pareció, en realidad, ya se había cansado de  Blanca Luz  y se la sacó de encima. Ella se fue para Chile.

Se divorció de Siqueiros y se casó con el ingeniero y diputado chileno Jorge Beéche, con el que tuvo a su hija María Eugenia. A esta altura, tenía treinta años y bastantes cosas que contar al llegar a vieja.

Unos años más tarde, volvió a Argentina, se relacionó con sindicalistas y estuvo presente en el movimiento popular que llevó a la presidencia a Juan Domingo Perón.

Se le acredita un famoso eslogan de la campaña peronista para la presidencia: “Braden o Perón” (Braden era el embajador de Estados Unidos en Argentina y encabezó la oposición a Perón, dejando demasiado en claro la manera en que ese país irrumpe en los destinos de las naciones latinoamericanas para su propio interés).

Volvió a divorciarse y se casó enseguida con el empresario Carlos Brunson, del que tuvo a su hijo Nils. No hay dudas de que era una convencida de las bondades del matrimonio ya que se casó cuatro veces. Lo malo fue que terminó viuda o separada en todos.

Años después, el político  y activista Patricio Kelly fue preso en Chile por razones políticas. Blanca Luz lo ayudó a escapar de la cárcel disfrazado de monja.

Su pasado comunista quedó en la nada, apoyó a los liberales contra Salvador Allende y, pocos años después, fue condecorada por el dictador Augusto Pinochet.

Su hijo Eduardo Parra del Riego y Nils Brunson  murieron en accidentes automovilísticos en Perú y Chile. Ella murió a los ochenta años después de tener una vida muy interesante. Se ha escrito algún libro sobre ella y se hizo un documental sobre su vida. Material para libros y películas hay de sobra.

De alguna forma, Blanca Luz es una especie de mito y, de lo que no cabe duda, fue una apasionada. Y lo dijo en unos versos: He llorado a gritos, he amado a gritos.